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Sofía Tartilán, legado y biografía

El legado de Sofía Tartilán

 

Con fecha 9 de diciembre de 1999 el Excmo. Ayuntamiento en sesión ordinaria acuerda por mayoría denominar al colegio Francisco Franco con el nombre de Sofía Tartilán.

 

Con motivo de la celebración del 50 aniversario, nuestra Comunidad Educativa siente la necesidad de descubrir a la persona que hay detrás de este nombre, así que recurrimos a los estudiosos que han recopilado  su vida y obras. Gracias a esta labor, podemos dar a conocer  la figura de Sofía Tartilán.

 

Esta mujer palentina nace el 19 de abril de 1829. Al casarse en 1851 se instala en Madrid, donde vive hasta su muerte el 20 de junio de 1888. 

 

Se la puede definir como  polifacética, ya que como se señala en el prólogo escrito por J.L. Sánchez García “al margen de dichas ocupaciones periodísticas…le interesa la historia, la poesía y los idiomas. Llega a hacer algunas traducciones del catalán y del portugués”[i], además de sentirse atraída por la cultura egipcia, la arqueología, los viajes…pág. 16

 

Fue considerada como pionera del periodismo español y se preocupó por aspectos del ámbito de la educación. Creía que La educación es la que nos  puede llevar a conseguir una única ciudadanía.

 

Dirige la revista de “La ilustración de la mujer” en 1873 que aborda temas femeninos tratados por mujeres.[ii] Pág. 14. Parece ser, según alude el citado autor  en su prólogo, que algunos de estos artículos los recopila en otra obra reconocida, Páginas para la educación popular (1877), obra recogida recientemente en la Biblioteca Digital Hispánica y en la que podemos ver sus ideas pedagógicas.

 

"Queremos una mujer ilustrada, instruida, apta para todo. (…) Para nosotras, la verdadera emancipación consiste en sacudir el ominoso yugo de la ignorancia, que es el que hoy nos hace esclavas del hombre, de la sociedad, de las preocupaciones y del fanatismo. (…) el primer derecho que debemos conquistar es el de instruirnos, puesto que nuestras cualidades intelectuales son tan aptas para recibir la luz de la ciencia y de la verdad como las del hombre" (Sofía Tartilán, 1877)

 

Su producción  es extensa y abarca desde narraciones, relatos, ensayos, traducciones, colaboraciones en periódicos de la época hasta la organización de veladas literarias a las que asistían figuras destacadas como José Zorrilla, junto a mujeres como Pilar Sinués, Emilia Calé y otras muchas  con un papel activo en la cultura del momento y menos recordadas por la condición del género, porque…  ella no estuvo sola.

 


[i] SÁNCHEZ GARCÍA, J. L.(2004) Edición, prólogo y notas. Sofía Tartilán. Costumbres populares. Colección de cuadros al natural. Miraguano Ediciones. Pág. 16.

[ii]Datos recogidos del prólogo, pág. 14.

 

Reflexiones de una maestra del siglo XXI.

¿Dónde están tus  huellas, Sofía?

Parece ser que nunca te olvidaste de  Palencia, dado que siendo  la única mujer que escribes en la Revista Cultural del Ateneo Palentino haces referencias a  tu ciudad natal. Aún se puede escuchar tu grito a la sabiduría en uno de tus poemas y gracias a tus escritos nos trajiste una mirada de la vida que tocó vivir como mujer. Lo que viste, no te gustó y luchaste por hacer cambios, luchaste por los derechos de las niñas para conseguir un desarrollo pleno, consideraste la educación como un derecho en sí mismo para las mujeres como tales, cómo animabas a leer en el tiempo de ocio cuando apenas lo tenían con tantas obligaciones y quehaceres.

Cambiaste el orden de lo verdaderamente importante en las mujeres y dijiste, primero lo imprescindible, la lectura, la escritura y las cuatro reglas de la aritmética y después la costura, pero no olvidaste detalle, pues precisaste que la costura fuese útil.

Hablaste de una educación gratuita y obligatoria. Visibilizaste las condiciones de explotación de las niñas y mencionaste la educación temprana, para compensar desigualdades, porque para ti el desarrollo armónico de las personas a la que también tienen derecho las niñas era importante y había caído en el olvido. Ya advertiste que la ignorancia nos hace dependientes. Encargaste a las mujeres el legado de poner su inteligencia al servicio de su género, la educación de la mujer por la mujer.

Te encontraste con trabas. A pesar de conocer los avances de las mujeres en otros países más evolucionados en relación con los derechos políticos y sociales, tuviste que ser cautelosa para no suscitar las iras de los varones, incluso de los más ilustrados: […] la mujer no necesita tantos conocimientos como cree la señora Tartilán. ¿Para qué los quiere?; ¿A cuento de qué tantos estudios universitarios? ¿A qué tantos conocimientos?  La educación de la mujer debe formarla para el amor y la maternidad, que son su destino, y para el hogar, que es su trono y su templo”[1]. Por eso, la mayoría  os quedabais  a mitad de camino, sin vivir la vida plenamente.

Sofía, recordaremos  seguir luchando por esa ciudadanía acompañada de plenos derechos,  hiciste tu aportación junto con otras muchas mujeres y nos mostraste el camino.

Te preguntarás cómo nos va la vida ahora en el Siglo XXI, pues bien,  los límites sigilosos heredados del pasado siguen actuando bajo una aparente permisividad difícil de captar. Seguimos en alerta para avanzar en  nuestro desarrollo pleno, ya que ahora son otros los distractores en el camino y ante avances engañosos y aparentes, vuelve el retroceso entre las jóvenes generaciones. La educación lucha por abrir camino, pero sus efectos son mínimos y los patrones enraizados se repiten con otras justificaciones que nuestra sociedad permite y perpetúa  a favor de los intereses de los más interesados.

Sofía, seguimos viviendo nuestro papel de mujeres entre luces y sombras. Las trabas que  encontrasteis  como mujeres en vuestros tiempos, se disfrazan en los nuestros y nos confunden. Advertimos a las jóvenes generaciones, pero el patriarcado, el amor romántico, los celos, los cánones de belleza y más asuntos disfrazados como la ocupación de los tiempos y espacios, siguen siendo un freno.

En fin, nos despedimos con el deseo de que esta carta además de llegar a ti simbólicamente hablando, la conozcan estas nuevas generaciones  para que aprendamos a vivir como tú querías, con plenitud de derecho, lo que nos pertenece vivir como seres humanos.

Ahora cuando veamos tu nombre en el membrete de nuestro colegio, ya sabemos quién está detrás. Es un orgullo para nuestra Comunidad Educativa usar tu nombre para llamar a nuestro colegio. “¿A qué cole vas? Al Sofía Tartilán”.

Una maestra del Siglo XXI

María del Pilar Payo Aragón

  • [1] Críticas a la obra de Sofía Tartilán por Manuel Revilla en Revista Contemporánea, Madrid, 15-10-1877.

 

 

BIOGRAFÍA MÁS EXTENSA DE SOFÍA TARTILÁN

Narradora, poetisa, ensayista y periodista española nacida en Palencia el 19 de abril de 1829. Sus padres: Félix (natural de Guaza de Campos) y Vicenta (natural de Palencia, pero oriunda de Benavente). Es la quinta de seis hermanas. En un ambiente familiar de recursos económicos medios debió de asistir a la Escuela de niñas de la Sociedad Económica de Amigos del País de Palencia dirigida por Froilana Almirante.

 

La familia Tartilán abandona Palencia sobre 1845 para trasladarse probablemente a Valladolid. Casada con Escobar, el matrimonio se instala en Madrid a principios de 1851, donde fallece en el año 1888.

 

Asidua colaboradora de los principales periódicos y revistas de su época, fue una de las escritoras españolas más prolíficas de la segunda mitad del siglo XIX. A pesar de ello, apenas han llegado hasta nuestros días algunos datos referidos a sus circunstancias biográficas, gracias a los cuales podemos deducir que gozó de cierta notoriedad como intelectual y escritora en los círculos culturales de su tiempo.

 

En efecto, fue directora de las publicaciones La Ilustración de la Mujer y Las Hijas del Sol, y colaboradora de otros medios comunicación y obras colectivas como El Pleito del Matrimonio (Madrid, 1879), El Mediodía de Málaga, Álbum Calderoniano, La Caza (Madrid, 1865-68), Álbum la redención de un quinto, El Ramillete, Revista Contemporánea y El Gran Mundo (Sevilla, 1873-76). Además, fue nombrada socio de mérito y protectora de La Laboriosa, de Barcelona, y ejerció como secretaria de La Estrella de los Pobres.

 

Gran parte de su obra narrativa, poética y ensayística quedó dispersa en rotativos tan difundidos como El Correo de la Moda, de Madrid, donde publicó novelas por entregas como Lucha del corazón (del 26 de agosto al 26 de septiembre de 1872); artículos costumbristas como "El Tío-Vivo. Costumbres de Madrid" (26 de enero de 1882); relatos como "Las puertas del cielo" (26 de septiembre de 1879) y "Las horas" (10 de marzo de 1884); poemas como "¡Quién!" ("A ese jardín silencioso...", 18 de diciembre de 1879) y "El otoño" ("Ya las brisas otoñales...", 10 de noviembre de 1885); y ensayos de la más variada índole, como "Las danzas en los tiempos antiguos y modernos" (2 de mayo de 1883). Además, publicó con gran asiduidad en La Ilustración de la Mujer (de Barcelona), El Museo (de Málaga) y Revista de Andalucía (de Sevilla), y con menos frecuencia en La Madre de Familia(de Granada), Revista Compostelana (de Santiago de Compostela), Ecos del Guadalevín (de Ronda), y La Iberia, El Periódico para todos, La Ilustración de los Niños, El Eco, La Época, Flores y Perlas, Los Dominicales del Libre Pensamiento, Revista Contemporánea y El Amigo de las Damas, todos ellos de la capital de España.

 

Tan fecunda presencia en los principales focos difusores del pensamiento, las Letras y las Artes de la España decimonónica situó a Sofía Tartilán en condiciones de incluir sus escritos en algunas de esas obras colectivas que tanto auge y difusión alcanzaron por aquellos tiempos, como la titulada Las españolas, americanas y lusitanas pintadas por sí mismas (Madrid; Imprenta de Miguel Guijarro, 1873), donde dejó impresa una interesante semblanza sobre las figuras típicas de "La niñera" y "La criada".

 

Por lo demás, sus libros gozaron también de gran aceptación entre los críticos y lectores de la época. Su primera obra impresa fue la mencionada novela La lucha del corazón (Madrid; Imprenta a cargo de Juan Iniesta, 1874), a la que siguió el relato Caja de hierro (Madrid; Imprenta a cargo de Juan Iniesta, 1874), Historia de la crítica (Sevilla; Salvador Acuña y C.ª, 1875), La ofrenda de las hadas (Madrid, 1877) y Páginas para la educación popular (Madrid; Imprenta Enrique Vicente, 1877). Posteriormente, dio a los tórculos una excelente recopilación de narraciones breves (cuentos, leyendas y tradiciones) que, bajo el epígrafe de Costumbres populares. Colección de cuentos tomados del natural (Madrid; Establecimiento Tipográfico de M. Minuesa, 1880), reunía los títulos siguientes: "Las medias azules (tradición castellana)", "A orillas del Manzanares", "La velada en Castilla la Vieja", "El Tío-Vivo", "La hija del titiritero", "La casa del paso", "Los juegos de la infancia", "El bautizo en Extremadura", "Romería de San Isidro", "Las glorias de Castilla", "La niña de la panadera", "Las hogueras de San Antón", "Las casas de vecindad", "El dechado", "Los mantos", "El concierto de café", "La sortija, el gallo y la cucaña", "El luto", "El narrador" y "Los penitentes (costumbres castellanas)". Del interés que suscitaron estas narraciones de Sofía Tartilán da fe el hecho de que fuera don Ramón de Mesonero Romanos el autor del texto que las prologaba. Este libro de Sofía Tartilán, muy solicitado por los lectores contemporáneos, fue objeto de varias reediciones durante el último cuarto del siglo XIX.

 

Además de las obras mencionadas, la escritora dio a la imprenta una novela original titulada Borrascas del corazón (Madrid; Administración de la Biblioteca Económica Ilustrada, 1884), a la que siguió otra narración extensa, La loca de las alas (1884) que, en la actualidad, se considera desaparecida.

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